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Trazos para una vida digna: Pistas para pensar el cruce entre el egreso institucional y el sufrimiento psíquico en contexto de protección social

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  • Sesión Regular 14

Día

  • Jueves 27 de noviembre

Hora de inicio

  • 13:30

Hora de finalización

  • 15:00

Lugar

  • Salón 5

    Edificio
    Facultad de Psicología
    Dirección
    Tristán Narvaja 1674 - Montevideo
    Plano
    Plano de ubicación del salón 5
Resumen

El presente trabajo recoge desde la experiencia la necesidad de problematizar y reflexionar sobre los modos en que se produce el egreso institucional en centros de atención integral de tiempo completo, que trabajan con adolescentes (sistema de protección especial 24 horas del Instituto del niño/a y adolescente del Uruguay). Nos interesa detenernos principalmente en el cruce entre egreso institucional, proceso de medicalización y sufrimiento subjetivo. El ingreso al sistema de protección, al Internado, se da por orden judicial. Una vez que se dictamina la medida de amparo, lxs adolescentes transitan por diversos dispositivos que configuran el sistema de protección en Uruguay. El Internado es un lugar donde transcurre y se produce la vida de lxs adolescentes. Allí se configura un ambiente de convivencia en el que se diagraman determinados modos de funcionamiento que reproducen relaciones jerárquicas y lógicas manicomiales como formas de organizar la vida cotidiana. La experiencia nos muestra una tendencia a la homogeneización de los cuerpos que invisibiliza la singularidad de cada adolescente, produciendo efectos de desubjetivación y, al mismo tiempo, control y regulación del cuerpo a través del proceso de medicalización (Conrad, 1982). A propósito de esto, Morteo (2015) trae que “el funcionamiento del hogar contempla el dispositivo psiquiátrico como parte de su estrategia de intervención naturalizada sobre una determinada infancia y adolescencia” (p. 10). 
Ante el escenario del egreso institucional, lxs adolescentes transitan por un momento vital donde se trastocan de modo estrepitoso todas las dimensiones de su cotidianidad (vivienda, alimentación, estudio, trabajo, etc.). En muchas ocasiones este escenario se configura de manera radical y violenta, no contemplando los ritmos necesarios para la transición progresiva a la vida adulta. En el acompañamiento de diferentes trayectorias nos encontramos con que estas lógicas tensionan y producen efectos adversos en la vida y la salud mental de lxs adolescentes, afectando directamente sus cuerpos. Con frecuencia observamos que bajo estos eventos vertiginosos emergen expresiones de llanto, gritos, enfado y disgusto, situaciones que, lejos de promover una respuesta que aloje tal sufrimiento, institucionalmente son abordadas como desajustes psíquicos y excitaciones psicomotrices, que posicionan a lxs adolescentes como un problema y obstáculo para el “normal” funcionamiento del Internado. La respuesta institucional que prima por excelencia ante estas situaciones es el dispositivo psiquiátrico y la imposición del psicofármaco, tal y como menciona Morteo (2015): en la cotidianidad de los hogares culmina operando la amenaza del llamado a la guardia psiquiátrica como un tercero que viene a poner fin a la escena. Esta amenaza es explícita para los jóvenes que no acepten la puesta de límites verbal y esto en muchas ocasiones puede construir una lucha de poder por encima del acto educativo. Si bien el uso del físico como puesta de límites está prohibido, la autoridad psiquiátrica y el fármaco parecen ocupar el lugar de ese otro cuerpo que viene a frenar al cuerpo violento (p. 137). El dispositivo psiquiátrico figura entonces como aliado para la institución, como estrategia paliativa ante las distintas expresiones de sufrimiento de las adolescencias en este contexto. Se entiende que aquí se pone en juego otra capa de complejidad vinculada a un determinado imaginario social de lxs adolescentes institucionalizados, ya que estos forman parte del universo de los “menores” a quienes históricamente se ha asociado a la idea de peligrosidad sin delito, o, como paradójicamente lo expresa Donzelot (1998), a “ese niño en peligro de convertirse en peligroso” (p. 1). La criminalización de lxs adolescentes institucionalizadxs tiene como efecto la dificultad de producir condiciones de oportunidad para el ejercicio de derechos y para que lxs adolescentes construyan trayectorias de integración social. Siguiendo esta línea, nos resulta relevante recuperar la noción de marginalización que nos acerca Castel (1991), puesto que propone pensarla como un proceso en el cual existen contingencias sociales que hacen que algunas personas sean más vulnerables o se encuentren bajo un mayor riesgo de caer en lo que denomina como zona de exclusión; en este caso, las condiciones de posibilidad de lxs adolescentes se encuentran en situación de fragilidad, por tanto, trabajar en acompañar las trayectorias vitales supone un desafío que hay que transitar. A ello, en muchos casos se le agrega la carga que implica la patologización de la existencia, la etiqueta y el estigma mediante el cual lxs adolescentes quedan determinados y son totalizados como un diagnóstico, cuestión que complejiza aún más la integración social posterior al egreso y las posibilidades de ejercer una vida autónoma, en palabras de Galende (2015): “el diagnóstico, siempre establecido sobre la desviación (del pensamiento, el afecto, el comportamiento, el rendimiento cognitivo, etc), define al mismo tiempo el margen de autonomía y libertad aceptada al sujeto que expresa el objeto psicopatológico” (p. 45). En el año 2017, en Uruguay se aprobó la Ley de Salud Mental n.° 19.529, que implica un nuevo marco normativo con perspectiva de derecho y un avance para pensar abordajes integrales e interdisciplinarios sobre situaciones de padecimiento psíquico. Sin embargo, hasta el momento se han encontrado numerosas dificultades con relación a las transformaciones en el modelo de atención en salud mental. Se vuelve evidente que el presupuesto estatal destinado a la implementación de esta ley resulta insuficiente al momento de buscar llevar adelante dispositivos de atención que enfoquen sus abordajes desde una perspectiva autónoma, interdisciplinaria y de derechos. En este sentido, nos es amable el planteo de Amarante (2009), cuando siguiendo a Rotelli propone pensar el campo de la salud mental y atención psicosocial, no como un modelo o sistema cerrado, sino como un proceso, un proceso que es social y un proceso social que es complejo: “Cuando hablamos de proceso pensamos en movimiento, en algo que camina y se transforma permanentemente” (p. 63). Se vuelve necesario, entonces, pensar en cómo acompañar estos procesos de manera cuidadosa y singular, teniendo en cuenta las tensiones que en este campo se producen. La práctica y las experiencias nos han mostrado lo difícil que resulta para lxs adolescentes, luego de meses o años de permanencia, el aceptar esa necesaria introducción de contenidos, acciones y coordinaciones que lo posicionan y proyectan fuera de la institución. Este proceso se vuelve aún más complejo si pensamos que, con asiduidad, las redes afectivas de lxs adolescentes se encuentran en estado de fragilidad. Es por ello que nos proponemos pensar en clave de procesos de integración-circulación social, en la necesidad de componer un tramado de redes comunitarias que alojen, potencien y acompañen el desarrollo autónomo de estas adolescencias que se encuentran cercanas al egreso institucional. 

Expone/n

Cougn, Ezequiel
Pereyra Cubas, Iara
Neira, Micaela
Facultad de Psicología, Universidad de la República. Uruguay.

Formato

  • Trabajo libre para mesas de intercambio

Eje temático

  • 2. Estado, políticas públicas, derechos y movimientos sociales

 

Aclaración
Se ha procurado respetar los distintos modos de escritura vinculados a la nominación de pronombres, en consonancia con los principios de inclusión y reconocimiento de la diversidad. Esta decisión editorial responde al compromiso de visibilizar las múltiples identidades de género y las formas en que las personas eligen nombrarse, promoviendo un lenguaje respetuoso y plural. En este sentido, se han mantenido las elecciones lingüísticas de cada autor/a/e, entendiendo que el uso de pronombres y recursos gramaticales inclusivos forma parte de una construcción identitaria legítima y necesaria en el ámbito académico y social. 

 

 

Organiza

Facultad de Psicología, Udelar

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Fotografía de la plaza de la Independencia en Montevideo,
recuperada de istockphoto. Créditos: ivotheeditors
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